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  • Apoyamos las iniciativas de colaboración y deliberación, pero identificamos errores y falencias en este proceso de diálogo que limitaron su impacto
  • Quedan dudas sobre si un ejercicio de diálogo multisectorial como el recién concluido verdaderamente puede ser una herramienta para impulsar reformas estructurales

En ACCESA hemos seguido con interés y atención las iniciativas que el Gobierno de la República ha impulsado en meses recientes para buscar los acuerdos y consensos sociales necesarios en función de resolver los grandes desafíos a los que se enfrenta el país, principalmente la crisis fiscal y las consecuencias de la pandemia de la Covid-19.

Como organización que impulsa la participación ciudadana y la apertura estatal como mecanismos para resolver nuestros problemas comunes, siempre vamos a apoyar aquellos espacios que genuinamente busquen potenciar la colaboración y las sinergias entre diferentes actores y sectores. Sin embargo, no podemos omitir el hecho de que este proceso sufrió de importantes falencias que han limitado su utilidad y efectividad. Es por eso que, con el afán de que próximas iniciativas de carácter similar se puedan desarrollar de una mejor manera, compartimos las siguientes apreciaciones sobre el recién concluido Diálogo Multisectorial

     1. Un inicio tardío y errático

Lo primero que se debe mencionar es que este proceso de diálogo se abrió de forma tardía, dubitativa y errática, y sin intentar establecer previamente las suficientes relaciones de confianza entre los diferentes actores involucrados. A pesar de que desde enero del 2019 se había firmado un decreto que conformaba un Consejo Consultivo Económico y Social con representación de diversos sectores, este Consejo nunca fue convocado, lo cual representó una oportunidad perdida para construir, con tiempo, relaciones de reconocimiento mutuo. La posterior iniciativa “Costa Rica escucha, propone y dialoga”, si bien tenía fines loables, se ejecutó con premura, sin nivelar expectativas entre los participantes y sin un adecuado seguimiento y devolución, por lo que fue insuficiente para resolver el déficit de apertura y articulación del gobierno. 

No fue sino hasta enfrentarse con un estallido social y a una peligrosa crisis de legitimidad, que el gobierno se vio obligado a convocar a una amplia mesa de Diálogo Multisectorial para buscar llegar a acuerdos amplios de cara a la complicada situación que el país enfrenta. Pero ya para ese momento el gobierno estaba sentado sobre una bomba de tiempo

     2. Exceso de tecnocracia

No dudamos de que en la institucionalidad pública existan jerarcas y funcionarios con muchísimas capacidades técnicas, con un alto nivel de profesionalismo y con atestados que les respalden. Pero este expertise debe complementarse con los conocimientos, experiencias y saberes que están distribuidos por toda la sociedad.  Ante lo complejo del mundo en el que vivimos, no tiene sentido pensar que un grupo de tecnócratas o funcionarios aislados en sus instituciones podrá tener todas las soluciones a nuestros problemas. Por eso la apertura a la colaboración y el intercambio es imperativa.

No obstante, el actual gobierno ha evidenciado una actitud excesivamente endogámica en sus procesos de análisis y toma de decisiones, dejando poco espacio a la colaboración con actores que buscan aportar al progreso del país. No sabemos si esto es por desconocimiento, por una subestimación de la complejidad social o por cierta arrogancia, pero esperamos que este proceso de Diálogo Multisectorial, con todo y sus debilidades, sea el inicio de un viraje hacia una relación más abierta con la ciudadanía

     3. Representatividad y sociedad civil

El Estado -cualquier Estado, y el costarricense no es una excepción- tiende a relacionarse con otros actores bajo una lógica corporativista, en donde sus interlocutores preferidos son las organizaciones gremiales. La composición de la mesa de Diálogo Multisectorial es un ejemplo de esa lógica. Sin embargo, la sociedad del siglo XXI es sumamente compleja, diversa y plural, y es difícil pensar que las organizaciones que fueron convocadas a este diálogo de verdad puedan considerarse representativas de la Costa Rica del Bicentenario. 

Encontrar la mejor manera de entablar una relación productiva con una sociedad civil tan diversa es uno de los grandes desafíos del Estado y es algo que se debe considerar de ahora en adelante en cualquier proceso de este tipo. Por lo pronto, y aprovechando que a partir de este Diálogo Multisectorial se le ha dado un renovado impulso al Consejo Consultivo Económico Social, recomendamos que este espacio de deliberación abra canales permanentes de realimentación y consulta con el resto de la sociedad civil para que ésta pueda incidir y tener influencia en sus actuaciones, así como la posibilidad de exigirle cuentas a aquellos sectores que sí tendrán una silla en dicho Consejo.

     4. El juego de poder

El espacio político es una arena de disputa entre diversos intereses que no siempre son compatibles entre sí. Por esa razón, entender la naturaleza del poder, quién lo tiene y cómo lo ejerce es sumamente importante a la hora de afrontar un proceso de diálogo y consenso como éste. Y es que un proceso realmente participativo implica una redistribución de poder que le permita a más actores intervenir en las instancias de toma de decisión, y eso es difícil de aceptar para aquellos actores poderosos que están acostumbrados a ejercer influencia a través de canales directos con las autoridades de turno. En esa línea, también es vital que los verdaderos tomadores de decisiones políticas se comprometan con estos procesos, para así asegurar que los acuerdos alcanzados se puedan poner en práctica. 

En otras palabras, efectuar un proceso inclusivo de diálogo y colaboración que efectivamente derive en una significativa redistribución de poder y genere consensos accionables que impliquen afectar los privilegios de ciertos sectores poderosos e influyentes es una tarea sumamente compleja, y el reciente Diálogo Multisectorial no estuvo cerca de empezar a desenredar ese nudo.

     5. ¿De verdad son útiles estos procesos de diálogo?

La principal crítica al recién concluido Diálogo Multisectorial es que, a pesar de que se alcanzaron 58 acuerdos en torno a medidas para mejorar la situación fiscal y económica del país, prácticamente ninguno representa una reforma estructural o profunda, e incluso muchos de ellos corresponden a iniciativas que ya estaban encaminadas en la Asamblea Legislativa. La estrategia del gobierno, según parece, fue enfocarse en obtener “quick wins, en alcanzar acuerdos mínimos que permitieran oxigenar el espacio político y generar las condiciones para avanzar propuestas con mayor legitimidad. 

Pero esto nos debe llevar a reflexionar sobre cuál es la función exacta de estos procesos de diálogo. ¿Son procesos que de verdad permiten alcanzar amplios consensos sobre reformas estructurales? ¿O son ejercicios gubernamentales para recuperar legitimidad y ganar tiempo?

Desde nuestra perspectiva, procesos deliberativos como éste, que tienen carácter nacional, funcionan bajo una lógica multisectorial y actúan bajo un cronograma apretado, no se prestan para consensuar cambios estructurales. Esto tiene que ver con varios factores:

  • La escala: las experiencias en procesos deliberativos usualmente son más fructíferas a escalas más locales en donde la cercanía puede llevar a identificar intereses comunes con mayor claridad.
  • La lógica multisectorial: como se mencionó en el apartado anterior, hay sectores con importantes cuotas de poder que no van a estar dispuestos a ceder en sus intereses o redistribuir su poder simplemente porque el gobierno decidió convocar un diálogo nacional.
  • El tiempo: sin tiempo para establecer reconocimiento mutuo y empatía, es todavía más difícil superar los otros obstáculos identificados. 
  • La ausencia de los verdaderos tomadores de decisión, que en este caso son los diputados. Convocar a un diálogo para alcanzar acuerdos amplios cuando el gobierno no tiene la potestad de hacer que estos acuerdos se cumplan deja serias dudas sobre qué tan útil puede ser un ejercicio de este tipo en términos sustantivos.

Si bien tenemos muchas reservas con la forma en que se llevó a cabo el Diálogo Multisectorial, no tenemos razones para pensar que no haya sido un proceso bien intencionado, y en principio nuestra organización aplaude los esfuerzos por generar más colaboración e incidencia. Pero si lo que queremos son cambios y reformas sustanciosas, esta no parece ser la vía para conseguirlo.

Para alcanzar reformas estructurales se requiere de actores con suficiente capital político para impulsarlas y con capacidad para articular el apoyo y consenso de mayorías sociales. Y en Costa Rica esas condiciones han sido imposibles de alcanzar en tiempos recientes. Vivimos en una sociedad dividida y polarizada que se ve reflejada en un sistema político disfuncional, con presidentes débiles, congresos fragmentados, numerosos cuellos de botella para la toma de decisiones y una importante cantidad de actores intra y extrainstitucionales con poder de veto.

Estas son precisamente la clase de problemas profundos que no se pueden resolver solamente a punta de mesas de diálogo convocadas de manera coyuntural, sino que requieren de un trabajo paciente de reconocimiento mutuo, reconstrucción de tejido social, reforma de las instituciones representativas existentes y diseño de nuevas instancias deliberativas que sean accesibles a la ciudadanía. En ese sentido, el objetivo acordado en el Diálogo Multisectorial de instalar definitivamente un Consejo Consultivo Económico Social es una buena noticia, pero es apenas uno de los primeros pasos de lo que promete ser un largo trayecto que requerirá de mayor ambición, innovación y audacia.

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